lunes, 4 de octubre de 2010

Mi desgracia: la Línea B.


Todo comenzó en el año de 1998 y finales del 2000, en el municipio de Ecatepec (Zona Metropolitana de la Ciudad de México) donde comenzaba a nacer una nueva línea de transporte subterráneo; mis lejanos recuerdos los escucho muy tenue diciéndome: “¿Te acuerdas cuando tenias cuidado al pasar sobre los puentes de las actuales estaciones, porque te podía caer una herramienta en la cabeza?” Que increíble era, poder ver los andenes y los rieles llenos de cables para ser soldados o unidos conformando las vías, también “aquellos puentes bajos de madera que estaban colocados delante de las estaciones, en donde, si en ese momento podía pasar un tren, se podía acariciar con la mano”.
Que recuerdos aquellos, haciéndome despertar ese interés por aquel transporte… Pero… ¿Por qué específicamente el Metro? ¿Por qué sí solamente son trenes, estaciones y personas? ¿Por qué?, esa era la pregunta, la cuestión que me han hecho la mayoría de las personas; yo de igual forma, he tratado de responderla, corroborando otras cuestiones: ¿Será el color? ¿Será la forma de los Trenes? O tal vez, mmmmm… ¿Serán los iconos que definen la historia de donde se encuentran las estaciones? No lo creo, no puedo explicar esta sensación que llega ser tan fuerte que llegaría a lanzarme a los rieles; es algo… tan sobrenatural, algo que no puedo descubrir…
 
Simplemente me nace desde adentro de mi alma.
Cerca de los años posteriores al 2001 esta afición, era solo eso: “afición” que se degradaba con el paso de los años, cada año llegaba una afición de las cuales ya no me acuerdo muchos pero esto continuó hasta llegar al año 2004, donde con la llegada de los trenes de la Línea de la Luna (2), volvió a hacerse sentir esta inexplicable situación. En ese año de la primaria, cada cuaderno fue forrado con un mapa de la red c/u, pero solamente ese año y como lo vuelvo a mencionar: esto vino, se quedó por un momento y se fue…

Al entra en la secundaria, aproximadamente los años 2005-2006, fue en donde una gota que apareció de la nada, derramó el vaso; que en años anteriores se había llenado del interés por aquel Quetzalcóatl decorado de Naranja. Se desbordó tanto, que inundó todo lo demás, no importando nada, comenzó a teñir todo del tan anunciado color: el naranja… Aquel joven comenzó a vincular todo con el tan mencionado color; así, comenzó el inicio de mi tragedia.

Era increíble poder observar la fuerza de él, tanto en vivo y a todo color como capturado en los pixeles que viajan velozmente en el mundo virtual del internet… Iniciando la búsqueda de alguien que pudiera observar los trabajos que se habían plasmado y fabricado en mis memorias materializadas: maquetas de trenes, dibujos (no tan buenos, debo admitirlo) y proyectos obviamente vinculados al tan mencionado Quetzalcóatl.
Cada 3 meses iba a proponer una nueva idea, pero en una ocasión sino mal recuerdo, un 16 de Mayo del año 2007 llegué a presentar unos trabajos que con un asombro tan difícil de describir quedaron impresionados, otorgándome la “recompensa” de conocer con más detalle el STC Metro, un sueño que jamás me hubiera imaginado que llegaría. En esa ocasión conocí al Director Francisco Bojórquez Hdez. Quien el 23 de Mayo del mismo año, me explicaba algunas cosas que ya no recuerdo tan bien, pero que en su momento era grandioso. Llegué a conducir un tren de la Línea 3 que era la Motriz M.0275, un modelo NM-79, después pude admirar con mis propios ojos a los “Dragones” en su “Hogar” los talleres, ese día me otorgaron unas alas que actualmente se encuentran totalmente rotas; pero continuando con esta historia, en ese mismo año comenzó mi extraño interés y atracción hacia los Dragones; místicos animales con un perfecto contraste: belleza y fealdad combinadas; al igual que el Metro; todo tiene contras y pros.


Ahí, creo, que mi vida comenzó a tomar otro rumbo.

1 comentario:

Ezra Hernández Rosmarinus - Officinalis dijo...

Muy interesantes vivencias que compartes...
No sé por qué o qué en específico consideras "desgracia" (tal vez se devele en tus próximos post's, jejeje), pero pues:

Siento que la niñez es el momento PERFECTO que tiene el Metro en general para atrapar DE POR VIDA a quien nunca en su vida había estado frente a algo similar, y más FUERTE si eres alguien que desde siempre ha gustado de los trenes (en mi caso); es como "el tiro de gracia que necesitabas para sucumbir ante semejante majestuosidad", jejeje (y vaya que sí)...

Tal como lo planteas, ¿el color?, ¿los trenes?, ¿la iconografía?, siento que realmente muchas cosas son parte de ese IMÁN tan atrayente como un agujero negro (tanto que NI SIQUIERA la luz puede escapar de ellos); en lo que respecta a mí, igualmente me resulta un poco COMPLICADO definir qué es exactamente lo que me gusta de esto que cualquier persona consideraría "un medio de transporte más": siento que, más que una particularidad, realmente se trata de UN TODO; un todo del que mi idilio se vería MERMADO en dado caso que ese concepto de Wayfinding de los íconos fuera sustituido por simples letras para gente "alfabetizada", o igual, si el color de los trenes cambiara a otro más "seco" tal como el gris metálico, etcétera...

Es cierto; te quedas sin palabras (como yo en éste preciso momento, jejeje)...